Los guanches, primeros pobladores de las Canarias. Esto es en Candelaria, Tenerife, donde durante casi dos meses iba todos los días para hacer mis prácticas de docencia.
Gofio. Harina. Principal alimento de los canarios. Recién el último mes me enteré que no hacía falta cocerlo, nada más se le pone un poco de agua para que se haga masa y un poco de miel y listo, a consumir. Y yo que cuando llegué lo compré pensando que era harina para hacer chapatis, el pan hindú que aprendí a hacer antes de llegar a Tenerife y que nos encantaba. Claro, no me salió igual con la harina de gofio, pero todavía se podía comer.
En octubre 2010 escribía mis impresiones sobre mi nueva vida, y aquí estoy, despidiéndome nuevamente.
La búsqueda continúa. La búsqueda del sitio mágico. En realidad todos los sitios tienen su magia, y Puerto de la Cruz apuntó muy alto; pero tuvimos que despedirnos antes de lo previsto. Llamémosle destino, que no quiere que perdamos nuestra tradición de despedirnos cada 2 años.
Por primera vez, encontré gente que se despidió de mi con verdadero sentimiento, lo cual de alguna forma me conmovió. No es que antes no me hayan demostrado que me apreciaban, pero antes siempre encontré gente que iba y venía, como nosotros, para quienes despedirse era algo de todos los días. Y en Puerto encontré gente que finalmente había encontrado su lugar mágico y no lo iba a dejar por nada, y quizás no entendía cómo alguien se pueda o quiera ir de allí.
Quizás si hubieramos vivido en Santa Cruz de Tenerife los dos años, Canarias hubiera sido un lugar más en nuestra lista; pero tenía que aparecer Puerto y me siento obligada a hablar de todos a quienes conocí.
El grupo de los ingleses, fueron los primeros que me dieron acogida. Los encontré gracias a Tenerife News en papel. Este periódico es gratis y se encuentra en las bibliotecas, hoteles y algunos restaurantes. Yo lo encontré en la biblioteca pública de Puerto. Cuando vi el anuncio «Grupo cultural se reúne todos los viernes a las 11 de la mañana» no lo dudé ni un segundo y marqué el número que daba el anuncio. El tema, la hora y el día me quedaban como anillo al dedo. Casi puedo decir, que era lo que estaba buscando… sin buscarlo.
Hace muchos años atrás me hubiera sentido totalmente cohibida y por nada del mundo hubiese marcado. Me siento muy bien de haberlo hecho.
Me recibieron con los brazos abiertos e inmediatamente me hicieron parte de su grupo, a pesar de que yo parecía un lunar en medio de ellos 🙂
Es una lástima que no pude despedirme como es debido y que tampoco puedan leer esto. Uno de mis más preciados recuerdos los tengo con ellos, mi primera y única cena en mi primer mes en Puerto. Llamémosle la cena de bienvenida.
Luego está el querido grupo de teatro. Entré así como quien no quiere la cosa, por curiosidad digámoslo, una grande curiosidad.
En el teatro de los Realejos, esperando que comience la función. Qué más hay que hacer que posar para una foto?
A este grupo vale más llamarle el grupo de los miércoles, ya que cada miércoles después de las clases, todos se dirigían a Maga, el restaurante del grupo. Y nos trataban tan bien que no se me olvidan ni el dueño ni nuestro mecero, Ángel. Pagábamos 1€ y teníamos vino y comida, bueno tapas, hasta decir basta. Lola, a ver si me envias aquella foto de la Ruta de la Tapa en Maga.
De todos los grupos que he conocido en mi vida, éste ha sido el grupo! Digamos, antes podía separar los integrantes de un grupo entre, solteros y casados, y más o menos esa era la única diferencia. Pero éste! Edades, por arriba y por abajo; ocupaciones, ni qué se diga; formas de pensar; sexos; economía, bastante variada ¡Y cuánto cariño desbordaban!
En nuestra última cena juntos, me hicieron un regalo que no me esperaba, porque la costumbre en este grupo es que lo hagan cuando uno cumple años únicamente. Y cada uno de ellos se mostró tan cariñoso, ésas son las cosas que uno se lleva en el corazón!
Luego está el tercer grupo. Las madres y padres de los compañeros de mis niños, a quienes no busqué, ni elegí, pero que estuvieron allí, en cada cumpleaños que nos tocaba compartir juntos. Y como no son grupos que busqué, quizás sea por eso que no conseguí un fuerte vínculo con ellos.
Sin embargo, conocí algunas muy buenas gentes, Margarita casi me hace llorar el día en que le dije que nos íbamos y que por favor nos preste una carretilla para acarrear nuestras cajas al correo. Nunca me esperé ver los ojos brillosos de alguien a quien anuncio que me voy. Y gracias a ella, ahora tenemos una casa donde llegar si queremos visitar Puerto algún día.
Y Christina, a quien a pesar de haber visto esporádicamente durante casi dos años, recién conocí a fines de junio. Hey, espero Kai Kurier.
El cariño, quizás eso es lo que hizo de Puerto un lugar tan especial.
¡Un abrazo a todos ustedes, hasta siempre y seguimos en contacto!