¡Qué distintos somos!

Vivo al lado de una cafetería. Y al otro lado tengo un vecino que se para quejando que no tiene dinero ni para comprarse un café.

La cuestión es que esta cafetería hace un mes que tiene nuevo dueño. Uno de los meseros trabajaba con el anterior dueño como administrador en esta cafetería.

Hoy mientras yo conversaba en la calle con mi vecino, este ex-administrador le ofrece un café con leche y me pregunta si yo quiero algo. Antes de que yo pueda responder, mi vecino le dice que sí, que por favor me traiga un té (sabe que lo prefiero al café).

Yo me sorprendo mucho, porque claro, una persona que siempre se está quejando de falta de dinero invitando té de repente? Pero no digo nada, total, si él quiere invitar.

Cuando el mesero ex-administrador me trae el té y se va, antes de agradecerle a mi vecino (es que aún no estoy convencida de que él me haya pagado el té, será que yo lo tengo que pagar?) comento, y a quién le debo agradecer tanta amabilidad? Al mesero o a ti?

Su respuesta: a él. No te parece que es una persona muy amable. Imagínate, me dijo que los días que él estuviera a cargo del negocio, que yo le pidiera todos los cafés que quisiera, que él con mucho gusto me los invitaba!

Ajá. Cuando era administrador no nos invitaba ni agua, y ahora…

Le dije lo que pensaba inmediatamente, aún sabiendo que él jamás me entenderá, somos tan polarmente distintos!

Y ahí murió la conversación, completamente, porque él se quedó en silencio y yo también. Él quizás pensando, qué idiota aguafiestas. Y yo, por qué no se pone a trabajar para poder comprarse un café?

¿Cuál sería tu posición?

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.